Encontrar la vida
L as palabras del padre de Ravi fueron muy duras: «Eres un fracaso total. Una vergüenza para la familia». En comparación con sus talentosos hermanos, a Ravi lo consideraban una desgracia. Entonces, intentó destacarse en los deportes, y lo logró, pero seguía sintiéndose un perdedor. Se preguntaba: ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Soy un fracaso total? ¿Podré salir adelante de alguna manera, sin sufrir? Estos pensamientos lo atormentaban, pero no se lo dijo a nadie. En su cultura, no estaba bien hablar con otros de sus sentimientos. Le habían enseñado: «Mantén en secreto las angustias y permanece firme cuando tu mundo se derrumbe».
Heridas de parte de un amigo
Charles Lowery se lamentó ante un amigo de tener dolor de cintura. Buscaba un oído compasivo, pero lo que recibió fue una frase sincera: «No creo que tu problema sea la cintura, sino el estómago. Es demasiado grande y te presiona la espalda».
Un lugar seguro
Un joven japonés tenía miedo de salir de su casa. Para evitar a la gente, dormía de día y pasaba toda la noche mirando televisión. Era un hikikomori; o sea, un ermitaño moderno. El problema empezó cuando dejó de ir a la escuela por sus malas calificaciones. Cuanto más alejado estaba de la sociedad, más inadaptado social se sentía. Al final, dejó de comunicarse por completo con sus amigos y parientes. No obstante, para recuperarse, lo ayudó visitar un club juvenil llamado ibasho, un lugar seguro donde personas quebrantadas comenzaban a reinsertarse en la sociedad.
¿Valen la pena tantas calorías?
Me encanta el huevo roti prata, un panqueque popular en mi país, Singapur. Por eso, me llamó la atención leer que una persona de 57 kilos debe correr a 8 kilómetros por hora durante 30 minutos para quemar 240 calorías. Eso equivale a un solo huevo roti prata.
¿Quién les dirá?
L a Segunda Guerra Mundial había terminado; se había declarado la paz. Sin embargo, el joven teniente Hiroo Onoda, del Ejército Imperial Japonés, posicionado en Filipinas, no se había enterado. Como la última orden que había recibido en 1945 era que se mantuviera firme y resistiera, consideró que los avisos y los panfletos que dejaron caer donde él estaba ubicado eran un engaño del enemigo. Onoda no se rindió hasta marzo de 1974, casi 30 años después, cuando su comandante viajó desde Japón a Filipinas, revocó su orden inicial y lo liberó oficialmente de su deber. Finalmente, Onoda creyó que la guerra había terminado.
La carrera de la vida
Suena el reloj despertador. Parece demasiado temprano. Sin embargo, tienes un día largo por delante: trabajo que hacer, citas que cumplir, personas a quienes atender, o todo esto y más. Bueno, no eres el único. Todos los días, muchos corremos de una actividad a otra. Bien podría decirse que «todo ser humano se ha graduado en la carrera de la vida».
Aprender a amar
El amor logra muchas cosas buenas, pero también nos hace vulnerables. De vez en cuando, quizá nos preguntemos: «¿Para qué amar si los demás no lo valoran?», o «¿para qué amar y exponerme a que me lastimen?». Sin embargo, el apóstol Pablo nos da una razón clara y sencilla para hacerlo: «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. Seguid el amor» (1 Corintios 13:13; 14:1).
¡Señor, ayúdame!
Cuando mi amiga me contó que sería mamá, ¡me puse feliz! Juntas, contamos los días hasta el nacimiento. Pero, cuando el bebé sufrió daño cerebral durante el parto, me sentí desolada y no sabía cómo orar. Lo que sí sabía era a quién debía hacerlo: a Dios. Él es nuestro Padre, y siempre nos escucha.
Saber y hacer
El filósofo chino Han Feizi hizo esta observación sobre la vida: «Saber verdades es fácil. Saber cómo actuar en función de esas verdades es difícil».
Maratón de oración
¿L uchas para hacer de la oración un hábito? Nos pasa a muchos. Sabemos que la oración es importante, pero también sumamente difícil. Pasamos de momentos de profunda comunión con Dios a sentir como que solo cumplimos con una rutina. ¿Por qué cuesta tanto orar?